Cristian
Eric Quevedo (36) fue condenado este viernes por un jurado
popular a prisión perpetua, acusado de ser el responsable de la muerte de su
hija Emilia en 2020, una niña de apenas 45 días de vida. El hecho ocurrió en la
localidad de San Marcos Sud.
También ocurrió lo mismo con su madre, Miriam Vanesa Gómez (40), quien recibió
siete años de prisión, aunque por el momento quedará en libertad hasta que se
resuelva la prisión domiciliaria peticionada por su abogada defensora Marcela Beccaría. Cabe recordar que el matrimonio, que se encuentra separado tras el trágico hecho, tiene otra hija de 7 años.
La pareja llegó a juicio en San Francisco luego de que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) declarara la nulidad del juicio
realizado en 20220, en Bell Ville. En esa oportunidad, el hombre había recibido
poco más de cuatro años de pena al ser considerado un padre “negligente” en el
cuidado de la niña. La mujer, en tanto, fue absuelta.
De esta manera, la fiscal de Cámara del Crimen
de San Francisco, Consuelo Aliaga,
cumplió con su objetivo: demostrar que la participación de Quevedo fue mucho mayor
a la adjudicada en el juicio que quedó nulo. Lo mismo con Gómez, sobre quien
dijo tuvo una responsabilidad menor.
El juicio comenzó a mediados de la semana
pasada y pasaron varios testigos durante las audiencias. Este viernes, se
conoció la sentencia.
Primera acusación y juicio
El 14 de junio del 2021, la fiscalía que investigó
el caso en Bell Ville les atribuyó a Gómez y a Quevedo –quien a su vez tienen
otra hija de 7 años actualmente- haber sometido a la beba a malos tratos con la
evidente intención de causar su muerte, propinándole golpes contra algún
elemento duro y dado sacudidas con fuerza y movimientos violentos de un lado a
otro, lo que se conoce como “síndrome del bebé sacudido”. Todo eso le causó
lesiones internas y externas muy graves que derivaron en la muerte.
La acusación indicaba que uno de los dos había consentido
pasivamente lo que la persona que golpeaba hacía. En virtud de ello debían
responder como probables coautores responsables del delito de homicidio
calificado por el vínculo.
Tras el juicio en Bell Ville, Quevedo fue
condenado por homicidio culposo, se lo trató de negligente en el cuidado y le
dieron 4 años y seis meses de cárcel. A Gómez la absolvieron -por unanimidad-
de culpa y cargo.
El caso fue a casación y el TSJ decidió anular
la sentencia y que el juicio vuelva a realizarse, aunque no trascendieron los
motivos públicamente. Esta vez en los tribunales de San Francisco.
Para la fiscal de Cámara de San Francisco fue
más que una negligencia
Una vez leída la acusación en la sala, la
fiscal Aliaga fue enfática al hablarle al jurado popular. Sostuvo que la pareja
tuvo una relación “conflictiva, contrariada y violenta” con separaciones y
uniones cíclicas “signadas por celos, desamor, engaños, dominación, maltrato y
dependencia emocional”.
No dudó al manifestar que Emilia “estaba
destinada a morir” porque sufrió menosprecio: “Su muerte no fue una mera
imprudencia”, resaltó.
Siguiendo con lo que consideró una relación de
pareja conflictiva, indicó que el primer embarazo de la mujer ocurrió por
“presiones familiares y sociales”. Agregó que Quevedo engañaba con otras
mujeres a Gómez y que hasta la golpeó estando embarazada.
“Se va a probar que Emilia murió de la
desatención y golpes de su padre, de una personalidad carente de empatía,
egocéntrico, con dificultad para adecuarse a las exigencias sociales,
obligaciones y responsabilidades de la vida. Una persona con control de los
impulsos endeble”, dijo.
Tras ello, manifestó: “La muerte fue
posibilitada por una madre con antecedentes de enfermedades mentales como
depresión, con tendencia a adoptar un comportamiento pasivo. Pero eso no quiere
decir que no comprendiera la criminalidad de los hechos. Su participación fue
menor, pero ella facilitó con su omisión que esto ocurra, siendo pasiva aun
teniendo el deber de garante por ser la madre”, aclaró y añadió que la
situación se enmarcó en un contexto de violencia doméstica y también de género.
Aliaga pidió este viernes prisión perpetua para
Quevedo y para Gómez diez años de pena.
El padre decidió declarar el primer día
Consultado sobre si tenía intenciones de
declarar, Quevedo respondió afirmativamente. Sin embargo, pidió hacerlo sin su
expareja presente en la sala, la que debió salir por unos minutos. Tampoco
respondió preguntas.
Hizo un relato de los hechos de los días
previos a la muerte de Emilia, buscando siempre ponerse también como víctima
dentro del contexto del homicidio. Señaló que hacía un esfuerzo en declarar
pese a que no se encontraba en condiciones, ya que salió hace poco de la cárcel
y hoy debe afrontar nuevamente el mismo proceso.
“Decido cooperar como lo hice la primera vez.
Nunca tuve intenciones de hacerle daño a mi hija”, expresó. También contó
cuestiones de negligencia propia en el cuidado admitiendo que su hija se le
cayó y se golpeó en al menos dos oportunidades estando él a cargo, lo que nunca
admitió frente a su esposa.
Por su parte, Gómez no declaró por lo que se
leyó en sala su declaración en la etapa de instrucción. Afirmó que no mató a su
hija y que nunca entendió cómo murió, ya que en el momento en que la niña fue
lesionada ella no se encontraba presente. Admitió que escuchaba los llantos y
cuando le preguntaba a su marido qué pasaba, este respondía con evasivas o
directamente no lo hacía.
Ambos fueron representados por defensores públicos.
En el caso de la mujer, lo hizo Marcela Beccaria, mientras que por el hombre
ejerció la defensa Luciano Fino.