Todavía continúa la búsqueda para dar con él o
los asesinos de Federico Alberto Bazán,
de unos 30 años, oriundo de La Puerta (Córdoba) que la semana pasada fue
ultimado a balazos en un sector de Frontera, aparentemente en medio de
transacción comercial de soja.
En tanto que su compañero ese día, Ángel Aciar (43), que también sufrió
heridas con un arma de fuego, fue dado de alta y se recupera fuera del hospital
Iturraspe. Este hombre es oriundo de Rosario y un agente exonerado años atrás
de la Policía de Mendoza. Si bien fue indagado por la PDI, lo hizo en carácter
de víctima, informaron fuentes cercanas a la investigación.
Un “negocio que salió mal”
El hecho ocurrió el pasado miércoles 22 de
octubre. Bazán arribó a San Francisco alrededor de las 19. Bajó de un micro en
la Terminal de Ómnibus y se subió a un automóvil Fiat Cronos de color gris.
Dentro de encontraba Aciar.
Ambos tenían un destino: un domicilio de Calle
108 al 200, en Frontera. Al llegar, el primero en descender fue Bazán, luego se
sumó a la reunión Aciar. Cinco minutos más tarde, según se puede observar en un
video tomado por una cámara de seguridad del sector, los dos salen despavoridos
de la casa. Detrás suyo aparecen más personas, surgen forcejeos, se oyen
detonaciones de arma de fuego y caen al piso.
Bazán recibió al menos dos disparos en la zona
del pecho que fueron letales. En el caso de Aciar, sufrió impactos en su
abdomen y uno de sus glúteos, pero quedó con vida.
La pareja del hombre herido, Vanina M., declaró
que Aciar y Bazán se dedicaban a la compra y venta de soja y se dirigieron a esa
vivienda en Frontera para retirar dólares correspondientes a una transacción
previa. Sin embargo, dos personas cruzaron primero a Bazán para pedirle el dinero,
lo que provocó una pelea. Tas los disparos, los presuntos atacantes huyeron en
moto.
La principal hipótesis de los investigadores es
que se trató de un negocio o una transacción comercial que salió mal, una
especie de “mejicaneada” o estafa.
El lugar de encuentro fue una casa deshabitada
pero que habría funcionado como búnker de delincuentes. En el interior había
otras personas y serían quienes dispararon.
La carátula es “homicidio calificado por el uso
de arma de fuego y lesiones leves”. Durante la requisa del vehículo, agentes de
la Policía de Investigaciones (PDI) secuestraron una suma importante de dinero:
20.000 dólares, 1.094.000 pesos argentinos, un celular Samsung, prendas de
vestir y municiones. Todo el material fue remitido a peritajes para determinar
su posible vinculación con el hecho.