Por Nicasio Guerra
“Este
país no tiene salida” o “la única salida es Ezeiza” son frases que si bien ya
hace tiempo que conviven en el imaginario popular de nuestra sociedad, en los
últimos años parece haber tomado fuerza, sobre todo en la juventud; alumnos de
secundaria y futuros profesionales cursando sus materias en la universidad,
incluso docentes, quienes no solamente son formadores en una diciplina, sino
también son formadores de pensamiento… recomiendan a sus estudiantes el
recibirse rápido e irse de este país. Es habitual escuchar comentarios
desalentadores sobre el futuro que tenemos como nación y sobre la falta de
oportunidades que tendremos de quedarnos aquí, y es que hay un mundo donde
lograremos el éxito, así como la felicidad, pero ese mundo no es nuestra
Argentina, al menos ese es el pensamiento o línea que se baja desde muchos
medios de comunicación y formadores de opinión. Aquí es necesario hacer un
alto, no se trata de “ocultar” o ignorar las dificultades de nuestro presente;
pero implantar la idea de que la solución es armar un bolso e irse, porque “el
problema de la argentina son los argentinos” es ante todo pusilánime.
Esta
postura crece y crece, estamos ante una especie de “sueño americano” en donde las
promesas de menesteres y bonanzas son sólo alcanzables en el exterior. Es
interesante tratar de desmenuzar esta idea y ver cuáles son sus orígenes, notemos,
como sabemos, que la realidad es un conjunto de hechos y las ideas, así como la
opinión popular son siempre multicausales. Otro concepto que parece
relacionarse con este es que aquellos que emigran a otro país lo hacen en busca
de mejores oportunidades que pongan en valor sus méritos; es decir; la
meritocracia, el razonamiento es que aquí, en nuestra patria pueden desarrollarse
y trabajar plenamente, pero nunca obtendrán lo que se merecen, generando la
idea de que no alcanzan el éxito porque “el sistema” no los favorece, por
supuesto esta forma de pensar son caramelos con rellenos de consuelo, porque no
se triunfa por culpa de terceros, pero tampoco se fracasa por cuenta propia.
No
es la intención de este texto discutir las fallas de la meritocracia, tal vez
en otra ocasión, pero si mencionarla como una de las causas contribuyentes a
esta nueva ola de viajeros soñadores lejos de su suelo. Invitamos al lector a
reflexionar acerca de esta situación; recordemos que argentina históricamente es
una tierra de oportunidades en donde llegan inmigrantes de todas partes del
globo buscando una mejora en sus vidas. No se puede negar que atravesamos
dificultades económicas y crisis, pero no es cierto que nuestro país es un
lugar subdesarrollado; un país con educación pública, salud pública, un
desarrollo científico ejemplar y con una cultura de lo más rica, no puede
considerarse en esa categoría, categoría que, además, intencionalmente lleva
una división de hemisferios; los pueblos cultos del norte y las colonias del
sur.
Siempre
vemos en noticias las historias de argentinos que triunfan en el extranjero y que
aportan notablemente en diversas ramas del saber profesional, algo que no es
menor y que tiene valor para ser contado pero no nos quedemos solo en la
superficie, no pensemos que estos compatriotas están deslumbrando al mundo
porque allá afuera “se valora más” porque no pensar en que triunfan porque
están muy bien capacitados y con una educación y cultura que nada tiene que
envidiar a los países que se denominan “primer mundo” además, no es necesario
salir a buscar buenos argentinos al exterior; aquí mismo en la Argentina,
existen profesionales de todas las áreas que cada día hacen contribuciones de
vital importancia, desde la ciencia y el arte. Porque no pensar que no es
necesario irse para cambiar o triunfar; tal vez hay que preguntarse el porqué,
si es argentino, nos gusta que sea afuera.