Opinión

¿Qué haría el Diego?

El 25 de noviembre de 2020 fallecía Diego Armando Maradona.
Opinión 2024-11-25 12:09:18

A cuatro años de la muerte de Maradona, el docente sanfrancisqueño Juan Ignacio Baima comparte un fantástico análisis sobre su vida y su partida.

Por Juan Ignacio Baima

El fútbol, como muchos saben o sienten, es un deporte que trasciende las fronteras del mundo y de la disciplina misma. Chicos y grandes, hombres y mujeres, lo practican alrededor del globo, se fanatizan con el equipo de sus ciudades o barrios, y en Argentina; la bella y bendecida tierra que nos vio nacer, parece que el fútbol es más que un 11 contra 11. Nos paralizamos con la redonda cada vez que juega nuestro club y, en mi caso, más aún con el seleccionado, aquel que tuvo el mundo a sus pies en tres ocasiones, siendo la más reciente en 2022, llevando la emoción a nuevas generaciones. Para mí eso es hermoso.

Tengo 34 años, así que la gloria en Qatar ha sido la primera vez que me tocó ver a la Argentina campeona del mundo, con un Messi descomunal que obtuvo lo que todos deseábamos ya a esa altura, que el astro ganará el mundial, así como lo había conseguido el Diego. Pero claro, soy de los tantos que no lo vio a Maradona jugar.

El primer mundial que vi, a conciencia si puedo decirlo de esa manera, fue el de Francia 98. Era para mí el mejor, obviamente hasta el 22. Entonces me crie viendo fútbol con cracks como el Bati, Crespo, Ortega, el cholo Simeone, Sorín, Zanetti, entre tantos otros. Ellos eran los ídolos de mi infancia y después en mi adolescencia apareció Messi, y bueno ¿qué decirles no? El resto es historia y presente.

Hasta acá estoy hablando de mis ídolos del fútbol, y en mis años de niño y adolescente siempre me decía para mis adentros, “como me hubiera gustado ver jugar a Maradona”, y al día de hoy, con 34, lo sigo sintiendo así. Me hubiera gustado ver el Maradona jugador, futbolista, el de la gesta heroica contra los ingleses, las rabonas, los tiros libres en el Napoli, la triste final del 90, su último golazo a Grecia en Estados Unidos…Pero lamentablemente, me tocó ver y escuchar otras cosas. Las que pertenecen a la vida privada, y ahí surge el interrogante ¿Por qué tenía que saber o interesarme por estas cosas?

Diego Armando Maradona, nació en Lanús, provincia de Buenos Aires el 30 de octubre de 1960, y fue criado en el barrio de Villa Fiorito. En una Argentina siempre en crisis, Pelusa vivió en el barro mismo, en el ambiente donde el fútbol es el único entretenimiento para un niño, que patea lo que tiene a los pies. Esos, sin duda, habrán sido los años más felices para Diego, que aunque pasaba miles de necesidades siempre tuvo con él a sus papás y hermanos y hermanas. La familia es un valor imprescindible y él siempre la tuvo en su escala de valores antes que nada.

Goleador de las divisiones inferiores de Argentinos Jrs, llegó a cumplir uno de sus sueños en aquella entrevista en blanco y negro: Consagrarse en primera. Su juego para alquilar balcones lo llevó a Boca en 1981. El pibe en el equipo del pueblo se coronó campeón y rápidamente, el viejo continente puso los ojos en él: Lo quería el Barcelona, club en el que estuvo dos años antes de llegar al lugar donde es el máximo ídolo de su historia: El Napoli. Allí su juego y carisma se ganó el amor de los miles de napolitanos que coparon el estadio San Paolo durante años (hoy llamado Diego Armando Maradona). Nápoles y Maradona son uno solo.

En la selección Argentina todos sabemos lo que dio y demostró. Menotti no lo llevó a la selección campeona de 1978, pero Diego se lució en el juvenil del 79 en Japón, derrotando a la ya extinguida URSS. En España 82, Argentina no tuvo un buen mundial, pero en 1986, Maradona desplegó no sólo toda su magia, sino su amor por Argentina y la pelota. La gesta inolvidable que lo inmortalizó para siempre en las pupilas de aquellos propios y ajenos que lo disfrutaron y padecieron, marcando a fuego la historia de este deporte maravilloso que despierta una pasión inexplicable. Luego, 1990, con la canción más linda de los mundiales para muchos, con la ilusión renovada, un deportista de élite y competitivo como Diego no se iba a conformar y condujo a la albiceleste a una nueva final, que estuvo muy cerca, pero no se pudo.

En 1994, casi no se llega. Maradona ya estaba atravesando su primera suspensión por doping. Finalmente se les gana el repechaje a los australianos y se saca el pasaje a Estados Unidos 1994. El mejor jugador de todos los tiempos, pero aquel que siempre decía lo que sentía, se estaba preparando contrarreloj para llegar a lo que sería el ocaso de su etapa como futbolista, ya que en las tierras del tío Sam le “cortaron las piernas”.

Me pongo un poco extenso, pero estuve escribiendo, como dije más arriba, de todo lo que me hubiese gustado disfrutar (y también sufrir) de Diego Armando Maradona. Por qué el niño de Villa Fiorito ha sido y es un producto de la Globalización y unió al mundo. Relacionan a Maradona con Argentina, así como pasa ahora con Messi. Ahora vemos a un artista cebando un mate a un inglés famoso y nos volvemos locos. El Diego les metió dos goles y se los dedicó a los chicos de Malvinas…

Ahora bien, tengo que hablar de lo que no me gusta también, y es lo que pasó alrededor de su vida privada, y hago hincapié justamente en eso porque no me interesa su vida privada. Me crie escuchando “Es un falopero”; “un comunista”; “un K”; “No es ejemplo de nada”; “No reconoce a ese pobre chico”; “Messi es mucho mejor persona”; entre tantas otras cosas que ahora en este momento no se me ocurren, y es entonces que vuelvo a pensar en que me hubiera gustado disfrutarlo viéndolo como jugador, en vivo y en directo.

Maradona, como escribí, nació y se crio en el seno de una familia que pasaba necesidades, donde conseguir el pan no era fácil. “Tal vez jugando pudiera, a su familia ayudar” es una frase de la canción de Rodrigo, otro pibe que se inmortalizó en el colectivo imaginario de los argentinos. Y así fue, ayudó a su familia, que de no tener nada (en lo material) pasó a tenerlo todo. Diego empezó a tener todo lo que nunca tuvo, lo que jamás imaginó. ¿Cómo se lidia con todo eso?, supongo que con buenas compañías, pero no me siento en condiciones de escribir sobre Coppola, un personaje que es constantemente festejado por sus anécdotas, pero poco se dice sobre su ejemplo o influencia en Maradona. Poncio Pilato hay muchos en la historia, y Maradona estuvo rodeado  de algunos.

Tal vez si solo (como si eso fuera poco) hubiera sido un crack del deporte, su imagen hubiera pasado desapercibida, pero él nació en el lugar indicado. Los argentinos solemos vanagloriarnos con los hechos deportivos y otros logros, pero Maradona reunió todos los atributos que lo llevaron a ser el ídolo del pueblo: Crack indiscutido, líder, capitán, defensor de los que menos tienen y creador de inolvidables frases que salían del corazón. Eso que describo también dividió y tuvo sus detractores, sus destructores, una mina de oro para los críticos y para los dueños de la moral, siempre indiscutida.

Los ejemplos: ¿Cuáles son para nosotros aquellas personas que nos guían?; ¿Cómo  quién o quiénes queremos ser en esta vida?; ¿Por qué a Maradona se le adjudicó la obligación de ser un ejemplo?; ¿Será por las generaciones de niños y niñas que lo admiraron?; ¿Por ser una figura pública y popular?. Los ejemplos siempre empiezan en casa. Padres presentes  y amorosos que marcan límites, enseñan con amor y advierten a sus hijos e hijas de las cosas que pueden perjudicarnos, deben ser los pilares fundamentales que deben tomarse como ejemplos. Pienso que eso es lo primordial, y por lo que uno escucha, Maradona fue padre, fue hijo, fue hermano. Lo adoraban y, quizás, tomaban de él cosas positivas como ejemplo, cómo decir lo que uno piensa y no olvidar de dónde se viene. Sin olvidar las cosas que un padre amoroso puede dar.

Diego era una especie de rockstar, o más grande. Personalidades del siglo XX y XXI querían una foto o conversar con él. Desde los hermanos Gallagher hasta Vladimir Putin, pasando por Fidel Castro, Mike Tyson, Charly García, Xuxa, Khadafi, Freddie Mercury, entre tantos otros personajes, sin nombrar a las grandes figuras del fútbol contemporáneas a él. Hasta tuvo su propio programa de televisión y llevó a la Argentina a un mundial como DT. Lo tuvo y lo vivió todo, con sus virtudes y defectos. Todos tenemos virtudes y defectos.

Antes de escribir todo esto, y de ver a Maradona con otros ojos, sentí mucha pena cuando falleció. Rodeado de gente no tan allegada, que lo tuvo en la versión más triste, en el ocaso de su vida, creando una especie de despedida que la gente no se imaginaba, ya que era dt de Gimnasia y la gente parecía que iba más a verlo a él, sentado en una especie de trono en el banco de suplentes, que a sus propios equipos. La gente le mostraba su afecto y él, cargado de emoción, como se emociona un papá o un abuelo, se mostraba agradecido de tanto cariño. Pero sentí pena, de no verlo rodeado de su familia, de ver tanta gente hablando de lo que era, y que quizá era la misma gente que le daba la espalda o lo defenestraban en el pasado.

Las adicciones que él transitó, al igual que otras personas que transitaron  pasan por algo así, solo ellos y sus familias viven en cuerpo y mente ese sufrimiento. No me siento lo más mínimo calificado para hablar de algo así. Supongo que también es algo inexplicable, como la vertiginosa  vida de Diego.

Fuera de todo esto, la huella que dejó en las personas es imborrable. Sus frases viven en los corazones de muchos. Particularmente me quedé muy sentido, cuando en su última entrevista dijo: "Nunca dejé de ser feliz. El tema es que se me fueron mis dos viejitos, ese es el único problema. Después, lo que me robaron, lo que me sacaron, lo que me siguen sacando no me importa. Daría todo lo que tengo hoy porque mi vieja se aparezca por esa puerta", aseguró y agregó: "Me crie con amor, ni con bicicletas, ni con asfalto, ni con patio de baldosas. Yo tenía un patio de tierra y comíamos y nos íbamos a acostar ocho en una pieza".

Me gustaría terminar esta nota, porque creo que me excedí un poco, diciendo que todos nosotros, en nuestras vidas, quisiéramos tener un poco de lo bueno que él tuvo, no lo digo por la magia en la zurda ni por los lujos, sino por las cualidades que lo hicieron ser amado y odiado. Y agregar que el ejemplo para los demás, seamos nosotros, con los valores que nos han transmitido en casa, y no depositarle toda esa responsabilidad a otro, por más reconocido que sea. 

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